Inmediatamente despues de eso, llamo a mi secretaria, que rauda atraviesa el largo pasillo alfombrado. Entra con toda su elegancia a mi oficina disimulando su exhaustiva carrera hacia mi oficina. Se lo que piensa, dudo que me tenga respeto, su buen trato se debe unicamente a que debe conservar su puesto. Pero asi y todo, he llegado a tener un "pseudo-aprecio" hacia ella. A lo largo del tiempo he creado una confianza que me ayuda en cierto modo a creer un poco mas en las personas. Su incontrolable simpatia me ha hecho recordar una vida pasada, donde mis sentidos no estaban focalizados en el vil metal.
Finalmente, al cruzar la gran puerta de mi estudio, me pregunta con su caracteristico tono agudo y delicadeza:
-.¿Necesita algo señor?...
A lo que con benevolencia le respondo:
-.No realmente, solo quería liberar mi mente de una existencial que se ma ha presentado en los últimos dias. ¿Usted cree que la gente realmente me aprecia o considera que es otra de las tantas farzas en las que suelo estar involucrado?...
Al ver sus ojos candidos y sorprendidos, supe que era la última pregunta que deseaba y esperaba escuchar. Titubeó, analizo el posible desenlace que su respuesta origine en su futuro. Pero con singular aplomo y rapidez me dijo:
-.Emm, realmente no lo se señor. En mi área de trabajo no frecuento comunicarme con otras personas. Pero lo que le puedo decir es que nunca despertamos simpatía en todas las personas. Desde luego que hay gente que no tolera o simplemente ignora a otra...pero (la interrumpo).
-.Si, eso lo se. Entonces ya aclarada mi duda que al parecer ya la habia aclarado debo preguntar, ¿Que cree usted que esas personas no les guste de mi personalidad?...
Nuevamente mi pregunta capciosa la llenaba de miedos, y aún mas. Pero nuevamente con gran soltura me dijo algo interesante:
-.No se realmente como afrontar estas situaciones. Pero veo que usted busca una voz sincera. Le diré que lo conozco realmente poco, pero lo veo distante, tal ve tenga sus motivos, tal ves sea su personalidad, pero de alguna manera transmite en algunas ocasiones esa fria mirada que atormenta. Mi humilde consejo, y por favor no lo tome como una falta de respeto, debería tener una actitud ams relajada y no tan "altanera"...
En ese momento me di cuenta de varias cosas, en primer lugar descubrí el valor de esta chica que sin prejuicios me definio con sus aún agudas palabras. Y en segundo lugar, que existia gente que me respetaba y estaba dispuesta a ayudarme.
En ese momento, alcé mi mirada gelida y con unas timidas palabras le dije:
-.Sabes una cosa, tienes razón, pero no por decir lo que dijiste, si no porque sabes como decirlo. Mi aire de "altanero", es por una cuestión de respeto y si...tengo mis motivos para ser distante. Pero realmente estoy dispuesto a cambiar mis actitudes si eso es a lo que te refieres. La verdad..(me interrumpe).
-.Nadie le pide que cambie por cambiar, solo usted sabe porque debe hacerlo si es lo que desea. Un punto de vista no debería modificar sus convicciones.
Nadie me habia interrumpido en años con tan buen argumento, me sentí aludido. Ya no era aquel duro personaje salido de los libros que resistía los duros golpes de la verdad. Nuevamente acababa con mi victimización barata. Ahora yo era el que no sabía que palabras usar para no condenar mi futuro...Me ví nervioso, indeciso. Nuevamente emitió palabras:
-.Lo siento si dije algo que no debia Señor, realmente es lo que creo.
La miré con el mismo nerviosismo de antes, simplemente me quedé mudo. Solo atiné a decir una frase que no fue la adecuada:
-.Camila, dejeme solo por favor. Si necesito algo la llámo.
Me senté en mi gran silla y giré apuntando al gran ventanal que me mostraba toda la ciudad. Mientras ella entre incertidumbre y deseos de saber mas se alejaba por el gran pasillo.
Permanecí inmutable, con mi mano sobre mi mentón, veia el ocaso caer detras de los majestuosos edificios. Mis ojos, se bañaban en un liquido que hacia recordar lagrimas que habian sabido estar allí. Mi orgullo habia sido ultrajado...
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